Historias de emprendedores: Alejandro Wonenburger & PlantOnDemand
Todo emprendedor tiene una historia, pero hay historias que valen la pena compartir. La historia de Alejandro no empieza con él, sino con alguien extraordinario de nuestra época, su abuela.
“Soy hippie, pero no gilipollas”.
Por un día, El artículo de hoy no va de mi (ni mis ideas locas), sino va de un emprendedor que por casualidades de la vida he tenido la suerte de que se cruzasen nuestros caminos y poder trabajar juntos. Hoy prometo no hablar de mi libro ni cómo ayudamos a optimizar las entregas de pequeños productores con los que trabaja Alejandro Wonenburger. Para eso ya tengo otro lugar. Hoy vengo a hablar de la historia de Alejandro y como llegó a emprender PlantOnDemand.
Su historia viene de lejos. Cómo toda familia, los abuelos suelen marcar de alguna forma (para bien, para mal, o las dos, como siempre, depende como mires la realidad). En este caso y su tía abuela fue la que me llamó la atención para querer saber más y terminar escribiendo estas lineas.
María Wonenburger Planells (Alias Murito y tía-abuela de Alejandro) fue una reputada profesora de matemáticas en la universidad de Yale, Estados Unidos, siendo la primera mujer española en recibir una beca Fulbright. De su trabajo se inspiraron importantes avances en el ámbito de las matemáticas y sólo 30 años más tarde (léase la ironía) empezaron a reconocerse sus logros en nuestro querido e ilustre país.
Esta historia empieza con su muerte, un 14 de junio de 2014. Perdón, todo empieza mucho antes. Y es que Alejandro (nuestro protagonista) no vivió en Galicia con el resto de su pequeña familia, sino en las costas Malagueñas donde su madre decidió mudarse y visitar a la familia Gallega algunas veces al año.
Tanto Murito como la abuela de Alejandro eran dos personas en las que nunca encajaron en la sociedad que les tocó vivir. La vida de aquellas mujeres no fue fácil. En plena post-guerra, la única función de las mujeres de aquella sociedad era la de satisfacer al marido, cuidar la casa y procurar por la familia. Una mujer emprendedora en aquella época era casi una utopía. Y los palos de la vida terminan curtiendo, dando forma al carácter.
En aquella época aprender idiomas era muy difícil y la única forma que encontraron aquellas mujeres fue perseguir a los marineros ingleses por toda la ciudad intentando aprender su idioma. De esa forma, quizás algún día poder salir del país y defenderse en un entorno hostil. Ser diferente te obliga a ir por caminos difíciles y eso termina moldeando la forma de hacer. La resiliencia de nuestros abuelos pasando una guerra no es comparable con las nuevas generaciones. Donde un comentario mal escrito puede generar el peor de los viajes.
La abuela de Alejandro decidió quedarse en Galicía y montar un hotel, Murito decidió ir a un lugar donde encajara más para poder profundizar en su gran pasión: Las matemáticas.
Alejandro cuenta que su familia siempre se ha caracterizado por ser humilde y accesible. Recuerda que su abuela siempre invitaba a los familiares de los empleados del hotel a pasar juntos unos días y disfrutar de aquel bonito lugar. Para que luego digan que los retiros con empleados es cosa de modernos. Galicia años 60 (chúpate esa Silicon Valley 😉).
Pero los padres de Alejandro salieron hippies. Alejandro relata que se sentía diferente constantemente, y no entendía por qué sus padres no podían ponerse un simple bañador (y no ir con todo colgando…) cuando venían sus amigos en la playa. Supongo que eso de ser diferentes venía de familia, cada uno con su estilo…
Pero como adelantaba, esta historia realmente empieza con la muerte de Murito. Como profesora en Estados Unidos y con poco interés más allá de la ciencia (junto con pocos o ningún vicio), Murito había amansado un pequeño rinconcito que terminó invirtiendo en algunas acciones del IBEX35. A su muerte había un rinconcito en flamantes acciones del santander (👋🏼 Sra. Botín). Con su muerte, llegó la herencia y Alejandro no supo qué hacer. Era joven, 19 añitos, de Erasmus en Finlandia, y con dinero fresco para salir de fiesta, cuando antes sólo tenía para hacer pizzas en casa. Tomó la mejor decisión, dejarlo donde estaba y no tocarlo. No dejar que ese dinero le cambiase ni alterara sus valores o su forma de hacer.
Difícil, pero imagino que en los momentos complicados es cuando realmente uno saca todo el aprendizaje que lleva dentro. Como él mismo me decía, “Cada día soy más rico, por que cada día necesito menos para ser feliz”.
Alejandro se ha pasado el juego del capitalismo. A mi también me ocurre lo mismo. Hay pocas cosas, sino ninguna que me apetezca tener, más allá del tiempo. Excepto el Porche Carrera Turbo del 92’, aunque creo que el juguete me daría un par un día de felicidad y años preocupaciones. Por lo que cada día deseo menos cosas materiales y más inmateriales, experiencias. Esas experiencias me las podré llevar, un iPhone 54, no. (Tutankhamun, aprende bro, no te hacía falta tanta reliquia 😅)
Unos años más tarde, algo en Alejandro cambió. Había llegado el momento de tomar una carrera profesional. Cómo decía el gran artista Pepe Rubianes, “El trabajo dignifica”, aunque lo que venía después, me genera sentimientos encontrados.
La pregunta que se hacía Alejandro, es una de esas preguntas trascendentales que uno se hace en algún momento:
¿Qué quiero hacer con mi vida?
Tenía la suerte de haber estudiado, visto mundo y haber trabajado de lo que tocara para sobrevivir (fregando platos, limpiando bicis, …). Pero ahora tenía que tomar una decisión trascendental en su vida y se sentía con energía. Tenía el vaso lleno de experiencias y el impulso de llevar toda energía para llenar los vasos de otros.
Se preguntaba:
¿Qué hacer en la vida cuando ya tienes todo lo que necesitas?
Maslow nos dejó claros las capas, y fueron años después que le pusimos forma de pirámide para entender que necesitábamos una base donde sustentarnos para poder dedicarnos a otras cosas más espirituales.
Es natural que los mecenas sean personas que tengan sus necesidades cubiertas y decidan dedicar parte de su patrimonio y tiempo para que otras personas puedan desarrollarse. (De cierta forma, este blog es un ejemplo de mecenazgo low-cost). El que da cuando no tiene, ese sí que es el verdadero santo, o inepto, por que quizás debería crecer más para poder ayudar a más personas, pero eso quizás nunca lo sepa. ¿Qué importa? La luz llega cuando llega y de la forma de onda que quiere…
Al final, la decisión estaba clara:
Quería aportar valor a la sociedad.
Y aquí es cuando empieza a pensar las formas de poder ayudar a la sociedad. Vino el “despertar”, ese disparador para hacer cosas. Para aportar valor necesitas recursos y la herencia de Murito era ese regalo divino que merecía tener una utilidad más allá de una gran fiesta. Cómo dice BJ Fog en Tiny Habits, necesitas un motivo y un disparador para crear un habito. Una empresa no se crea en un apretón de motivación. Requiere de disciplina, esfuerzo y pequeños pasos que acerquen a esa visión. Sólo con voluntad, no llegarás muy lejos.
El dinero genera una gran responsabilidad. Gestionarlo incorrectamente, puede generar tanta frustración que nuble toda satisfacción anterior. (¿Cuántos ganadores de la lotería son más infelices después de ganar que antes?) Me dejo pendiente escribir en algún momento sobre el dinero y su relación con las personas así como según tu cultura y relaciones afecta su relación.
A Alejandro el dinero le quemaba en las manos. Tenía la urgencia de hacer algo con él. Supongo que por qué cuando recibió la herencia, tenía 150K€ y gracias al Santander, su despertar fue cuantitativamente menos alegre al ver una rebaja del 50% del valor de su capital inicial. Hippie, pero no gilipollas.
Pensó en diferentes opciones: ¿Donarlo a una ONG? ¿Compartirlo con gente cercana? Hacerse mecenas era el camino. Fácil. Hasta que Tío Gilito le iluminó el camino .
Vivimos en un mundo capitalista, donde las personas trabajan conjuntamente para lograr unos objetivos, en forma de EMPRESAS. Vaya sorpresa se han de llevar los antisistema al enterarse que la forma más sencilla de generar riqueza para la sociedad es mediante una empresa. Montar una empresa no tiene por qué estar reñido con tener unos valores fuertes, tratar bien a tus empleados o ser consecuente uno mismo. Incluso, ganar dinero. Simplemente, es la forma más sencilla, rápida y eficiente de ponerse de acuerdo en algo.
Alejandro estaba en un momento que tenía mucha curiosidad por temas de neurociencia, pero ni él ni ninguno de sus amigos tenía ni la más remota idea de qué poder aportar ahí. Quería encontrar una forma de poder estimular el cerebro y reproducir la sensación de paz y amor que sentía mediante tecnología, pero vio que le faltaban elementos críticos para alcanzar esa visión y seguramente alguna que otra ley… Pero ese viaje le ayudó a conectar otros puntos.
En su pasado de buen estudiante, realizó un trabajo (fuera de lo habitual, para variar…) sobre cómo las pequeñas empresas y productores locales con cadenas cortas de distribución tenían dificultades para acceder al mercado y cómo se las podía ayudar para ganar competitividad. Su conclusión es que esos pequeños agricultores están jodidos para competir con las grandes superficies.
De ese estudio y sus largas conversaciones con un buen amigo Antonio Tripiana, les hace conectar en una visión conjunta de futuro. El coche autónomo será la el encargado de ir a recolectar las lechugas a un pequeño productor unas calles más abajo de la oficina en el centro de la ciudad mientras estás en el trabajo (🤣 me moría de la risa con esa visión happy 🌹, hippie… si ya lo había dicho desde un buen principio…)
Esa visión se fundamenta en algo básico (ya lo decía Maslow). Comer. Todos tenemos que hacerlo, idealmente varias veces al día. De ahí salió una deducción obvia y sin fisuras (CVD, dixit profesor de Q0, FIB). A medida que fueron pensando, investigando un poco más, se percataron de que esa visión quizás no terminaba de ser muy realista, pero al menos generaba un marco de conceptualización en el que empezar a trabajar para acercarse a esa visión.
La conclusión fue que los productores no tenían herramientas (y la mayoría siguen sin tenerlas). El consumidor no está concienciado. (tampoco se le espera)
5 años más tarde, PlantOnDemand está ayudando a esos pequeños agricultores a ahorrar tiempo, mejorar sus ventas y a agruparse para tener más fuerza en las cadenas tradicionales de distribución. Al igual que en la tecnología, distribution is King. En un mercado con máxima competitividad con productos comoditizados, quien gana es el cartero que controla el canal y decide qué, cómo y cuándo quiere entregar. Por contra, el fabricante de cartas que se verá obligado a vender lo que el cartero quiera o esté dispuesto a entregar. A menos que el fabricante decida vender las cartas directamente a sus clientes…
Cómo conclusión, cuando empiezas un viaje así, tienes una intuición que genera una visión superficial del problema y su solución (o ni eso). A medida que investigas y navegas sobre ese problema, vas profundizando hasta perfilar una propuesta de valor, una solución a ese problema. Cuándo alguien decide pagar es en ese momento en el que la sociedad gana generándose valor.
Quizás la fábula de los panes y los peces era simplemente la forma más sencilla de explicar el capitalismo a las gentes de esa época por parte de los antiguos astronautas (🤣)
La herencia de Murito generó en su sobrino una oportunidad. Esa oportunidad ha ido generando nuevas oportunidades que se han abierto, a la vez que ha permitido generar riqueza y bienestar para sus trabajadores. Tenemos la suerte de que vivimos en una sociedad que empieza a tolerar a las personas que son diferentes. Murito no tuvo la misma suerte. Pero la tolerancia que aparentemente vivimos, nos está llevando a una vida de superficialidad y imagen perfecta.
Cuesta ver a la gente por dentro. No queremos mostrarnos al mundo tal y como somos por que quizás no encajamos. No encajar con 15 años, puede ser muy duro y marcar de por vida. Encontrar esos espacios de apertura son clave para forjar el carácter de las personas. Sobre todo cuando se es joven.
Ser genuino es habitualmente incómodo para la sociedad y desgraciadamente estamos programados para vivir en sociedad. Escuchaba a uno de los 3 cisnes negros decir que recomendaba a su hijo que para triunfar en el juego de las relaciones sociales en el contexto actual debía pasar desapercibido por el grupo sin generar mayores controversias, pero replantearse todas y cada una de las acciones del grupo y tener espíritu muy crítico para valorar si merecía la pena seguir formando parte de ese grupo.
Ser emprendedor, en cierta medida, es ser un rebelde. Nuestra sociedad no valora ir en contra del Zeitgeist, equivócate y vivirás la más profunda humillación (YA TE LO DECÍA YO). Si triunfas, encontrarás envidia y murmullos de “menuda suerte”. Ser geniuno tiene sus riesgos. Afronta y convive con el riesgo. Para mi, es más arriesgado (y aburrido) vivir en la más auténtica apatía y normalidad. Como emprendedores vivimos constantemente en ese incomodidad. ¿Seremos adictos a la adrenalina de no saber qué comer hoy?
El verdadero lujo de un emprendedor está permitirse decir no, a un cliente, cuando uno no se lo puede permitir pero tener la convicción de pensar en el bien de la empresa a largo plazo y ser genuino con esa visión y uno mismo.
Busquemos esos triggers, busquemos la luz, llenemos los vasos de los otros con nuestras experiencias. Emprender mola. Emprender es muy duro. No es trabajo para casi ninguno. Pero esta experiencia no la cambio por nada en el mundo.
Alejandro, estás marcando el camino. Gracias por compartir tu experiencia. This is the way.
PD: Si tienes una historia interesante que contar, hablemos 😉