Toma de decisiones, para niños y no tan niños. Ah, y leones.
Decidir es complicado, enseñar a decidir es clave para afrontar el futuro y enseñar a hackear el cerebro de nuestros pequeños la clave del éxito.
Tomar decisiones es complicado. Decidir entre una fresa o un trozo de chocolate puede ser más difícil de lo que parece para un niño (y algunos no tan niños). Pero los adultos afrontamos muchas veces decisiones a las que no estamos preparados, no hemos sido entrenados y encima nuestro cerebro nos boicotea constantemente. Hoy quiero hablar sobre cómo tomamos decisiones, las consecuencias de nuestros actos y leones.
Todo empieza una bonita tarde de noviembre en la que tuve la increible oportunidad de compartir una hora de clase con mi hija de 6 años. ¿El motivo? Estaban estudiando las calles, los mapas y las cartas. Y pensé, creo que podría enseñarles cómo empresas de paquetería toman mejores decisiones para que lo que compran por internet llegue antes a casa (spoiler alert ⚠️ Planificando rutas de forma más eficiente 😜).
Me lié la manta a la cabeza. Preparé una sesión para ayudar a los más pequeños a tomar mejores decisiones. De paso, unas breves nociones de Djikstra y un poco de matemáticas avanzadas para niños de 6 años. Sonaba a super plan 🎉. Si le sumas que mi hija está en una escuela por proyectos, la profe encantada por el ofrecimiento (Gracias Marta! 😃). El plan sonaba a éxito seguro y mi hija estaba tan emocionada que sólo por eso ya valió la pena 😍 (Creo que ese día se pasó más rato en el pasillo esperando a que llegase que no en la clase atendiendo… 😅)
Al lío, los niños apenas saben cómo tomar decisiones, les falta práctica en muchas cosas que para los adultos nos es automática. Para nosotros, acciones cotidianas no suponen ningún esfuerzo (intelectual) y consideramos su respuesta natural. Evidente, obvia.
No toques eso, o se romperá! Frase más repetida de la historia de un padre
Nuestro cerebro es vago. Muy vago. Odia consumir energía. Porque siempre tiene la duda de si esa energía sería mejor guardarla para las piernas; no sea que se acerquen las zarpas de un león y termines siendo su cena. En la selva, tu vida puede depender de pocos segundos. La llamada “pájara del corredor” te podía salir muy cara. Por lo que, por favor, no hagas pensar mucho a tu cerebro. Te lo agradecerá. Lleva miles de años de entrenamiento, intentar cambiar ese hábito nos llevará como especie unos cuantos miles de años más, así que tranquilo, no lo verás.
Cuando somos niños no sabemos lo que sucede cuando tomamos una acción. A base de repetirla (y posiblemente cabrear a tus padres 🙋♂️) interiorizas la situación en la que si tiras la cuchara de papilla al suelo (a parte de ser divertido) al final tus padres se cabrean y hacen que te quedes sin cuchara y sin papilla. Acción → Reacción. ¿Fácil no? Aprenden rápido, te lo aseguro.
Como todo en la vida, se aprende a base de hostias. Biológicamente hablando, significa que se ha generado un camino entre sus pequeñas pero plásticas neuronas. Cuando estas reciben el primer impulso que se asemeja con algo vivido anteriormente, automáticamente ese camino se activa por todas las repeticiones anteriores. Cada vez que se repite, ese camino se refuerza más. En muchas ocasiones ese camino desencadena reacciones posteriores (positivas y/o negativas, de eso hablamos luego).
Por lo que el objetivo de aprender algo es que tu cerebro procese rápidamente que si ocurre A entonces muy probablemente, ocurrirá B. Sin pensar. Sin gastar energía. Y ese aprendizaje cuesta horrores que los niños lo entiendan. Es normal, tienen poca experiencia (pocos patrones similares a los que correlacionar) conectando neuronas y hay que insistir. Sin más. Una vez aprenden algo, lo siguiente mágicamente es más sencillo.
Trabajemos sobre la premisa de ahorro de energía constante. ¿Qué nos ocurre? Qué cambiar hábitos sea casi misión imposible. Tienes un canal fuertemente establecido y reforzado. Seguramente con terminaciones (consecuencias) que generen placer a corto plazo. Carpe Diem! Disfruta del momento. Dicen algunos… Por lo que romper ese camino es jodido. Requiere energía. MUCHA. Y recuerda, tu cerebro no quiere que la gastes. El león. Corre Forest! CORRE! Hoy puede ser tu último día en este maravilloso y peligroso mundo.
Del placer hablaré en otro artículo. Como muchos videojuegos con cofres sorpresa, monedas, instagrams, Tik-toks y compañía se han convertido en máquina secretoras de dopamina constante equiparables a las tan denostadas tragaperras. Ahí conectaremos decisión, atención y placer. Como la gente se gasta miles de millones en dar placer a nuestro cerebro fácilmente manipulable.
Entonces, ¿Cómo enseñamos a nuestro cerebro? (y el de nuestros hijos) Pues educándolo bien. Spoiler alert. Es muy cansado 😮💨 no sé donde leí (creo que en una conferencia de Emilio Duró) una vez que si dedicas el tiempo necesario a los niños y les educas durante los primeros años, el resto de tu vida será coser y cantar (🤣). Me abstengo de comentarios, aun son muy pequeños para validar la hipótesi, pero me apunto en el calendario una retrospectiva de ese comentario los próximos en 3, 5 y 10 años, ya os contaré. Aunque con 6 ya os aseguro que se empiezan a ver los primeros resultados… Lo que sí puedes hacer, desgraciadamente, es comparar. Es una estrategia de toma de decisiones habitual.
Las comparaciones son odiosas.
Está feo comparar a tu hijo con el de al lado. Todos somos diferentes. Diferente ADN, diferentes costumbres familiares, procedencias, niveles adquisitivos, formativos, padres, abuelos, momentos vitales... Por lo que tratar de comparar dos niños es simple y llanamente imposible. Puedes comparar aspectos concretos, pero su interrelación con el resto de variables que afectan a ese comportamiento no las podrás tener en cuenta. Por lo que no insistas. Intentar llegar a una conclusión simplificada tampoco te hará ver (o tener) la verdad. Aunque tu cerebro piense que sí.
Para todo problema complejo hay una solución que es clara, simple y EQUIVOCADA. H.L.Mencken
Pero en ocasiones comparar nos ayuda a tomar decisiones. Esto parece venenoso. No te lo comas. La propia naturaleza ya se preocupa de alertar a sus depredadores con colores vistosos que por su propio bien, “harás mejor de no comerte esa linda ranita de color rojo, o te irás con ella al otro barrio”. Como dice un amigo piloto de una low-cost:
Hay 2 tipos de pilotos, los viejos y los estrellados. En la aviación, safety first. Always.
Por mucho que los periódicos se empepinen en hablar mal de ciertas compañías aéreas. Siempre hay una motivación. Aunque los periódicos dan para mil artículos, seguramente hable de cómo su modelo de negocio está tocado y hundido.
Si para aderezar la dificultad de toda decisión añadimos la variable que lo marca todo, el tiempo, el cocktail es perfecto.
Estás en la jungla, oyes un ruido en las malezas, giras la cabeza y tienes 0,5 segundos para decidir, seré la cena de un lindo león y más vale que correr como si no hubiera mañana (literalmente 🤣) o puede ser un lindo conejito que termine en el fuego.
El tiempo, esa variable que en demasiadas ocasiones no le prestamos la atención suficiente. Una decisión rápida, aun no siendo la mejor, puede generar mayor retorno que una mejor decisión que requiera muchísimo más tiempo.
¿Un ejemplo? Recuerdo una charla hace años en la que dijeron, es preferible vender tu compañía por 2M€ ahora, que por 10M€ en 5 años (con la dilución y las rondas que tendrás). El coste de oportunidad, de todo aquello que hacemos, vamos a hacer o dejamos de hacer es importante tenerlo en cuenta. Por lo que el tiempo, es clave en casi todas las decisiones. Jeff Bezos (Amazon) tenía una forma de decidir cuánto tiempo dedicar a una decisión:
Si la decisión es reversible, no pienses demasiado. Si es irreversible, dedícale todo el tiempo que sea necesario. Jeff Bezos - Amazon
Por último, algo que veo a menudo en mi hija, pero quería ver en un grupo de niños más grande es el INSTANT REWARD. Estamos en una sociedad donde todo ha de ser para ayer, gratificación instantánea, ahora, ya, corre. Sí, en efecto, no es cosa de mi hija. Había escuchado sobre algún estudio que ponían un niño la posibilidad de comer un chocolate ahora, o si esperaban 10 minutos, tendrían muchos más. Confirmo el resultado de ese estudio. El 100% de la clase de mi hija prefirió la porción de chocolate ahora, a una tableta entera al día siguiente.
Como reflexión final, no existen buenas o malas decisiones. Sólo existen decisiones tomadas. Siempre le digo de mi hija, eres libre de tomar la decisión que mejor creas. Eso sí, acepta las consecuencias. Intento activar así su cerebro racional, qué trate de visualizar los escenarios futuros e intuya qué puede suceder. En ocasiones hasta funciona (🤣). El resto de veces, sólo queda decir… “Maldito cerebro reptiliano…” y ser firme con la consecuencia advertida (tu ya me entiendes papi 😜)
Para terminar y conectando con esto, recuerdo una entrevista que hicieron al entrenador de Rafa Nadal, le preguntaban cómo consiguió desde tan joven esa dedicación tan absoluta al tenis. La respuesta era clara y evidente. “Rafa, si quieres llegar a lo más alto, hay que sacrificar muchas cosas” Tu decides qué es lo que quieres. Pero no pretendas salir de fiesta y estar al 100% en la pista al día siguiente. Es tu decisión. Es tu futuro. Se consecuente, afronta las consecuencias. Supongo que de alguna forma se me quedó grabado y encontré una forma de llevarlo a mi día a día.
¿Fácil, verdad? Buena suerte.
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